LOS MIEDOS

Qué verdad más grande es que nuestros miedos van cambiando conforme crecemos pero que algunos siempre permanecen. La gente que me conoce dice que soy desconfiada y a veces me da rabia, pero esa desconfianza me ha ayudado mucho. Cuando somos niños, nos asustan cosas como la oscuridad, el médico o los perros, el que nos riña mamá o la seño, cuando somos adolescentes, los miedos cambian. Es común entre chicos y chicas el miedo a que mamá o papá nos estén esperando levantados si llegamos tarde, al suspenso pero no nos dan miedo los desconocidos, ni llegar a las tantas solos y en el caso de las chicas, por mucho que nos digan mil veces, " ten mucho cuidado", no prestamos la atención suficiente. A mi me sirvieron 2 para aprender. Ahora cuando salgo, procuro no llegar muy tarde, porque siempre llego sola a casa y aunque mi barrio es un sitio medio seguro, aún así, siento miedo y es un miedo que conservo desde siempre. No me gusta sentir ese miedo, no me gusta ir por la calle intranquila, pendiente a todo, pero es lo que nos toca, la inseguridad, la majadería que cubre este mundo me da mucho miedo.
Cuando somos mayores ese miedo aumenta. Nos da miedo el no encontrar un trabajo, quedarnos en el paro, la soledad, no encontrar un compañero para compartir la vida. Y cuando llegan los hijos, el miedo se instala entre todos nuestros pensamientos. Afortunadamente, nuestro cerebro está programado para que se encubran esos miedos y podamos respirar.Lo que le ha pasado a mi amiga Isa, me ha hecho pensar de donde viene la expresión "sexo débil", que desde mi punto de vista debería cambiarse por "sexo indefenso". Una pena que la violación no esté castigada con la castración. Sólo me resta animarte y convencerme de que se borre pronto ese miedo. Besos para tí.