Pero me encantó mi vida universitaria, a pesar de los madrugones, a pesar de llegar a las tantas a casa desde Cádiz, a pesar de correr C Ancha y San Francisco como loca para no perder el tren de las 21.30h, lloviese o ventease (estábamos en Cádiz….) A pesar de que el primer día lloré desconsolada porque quería dejarlo, mi última clase había sido con Lizz, profesora de Fonética. Me abrumó no entender nada de lo que decía. También recuerdo como mi padre me dio un tirón de orejas y me dijo que no me rindiese después de todo lo que había peleado.
A parte de las clases del área de lingüística, lo que me más me gustaba era merodear por la biblioteca, a veces ojeando libros que no pertenecían a mi especialidad, sentarme en ese silencio y perder las horas libres que tenía o si el día acompañaba sacarme el libro al patio y disfrutar del sol.
Aunque también me gustaban las “fiestitas” que organizaban Químicas o Enfermería …
En fin, que en esto he estado pensando los 20 minutos. Ser estudiante es el mejor de los trabajos, asisto a clase, estudio, hago amiguitos, me río, aprendo lo que quiero (claro). Ainsss, qué nostalgia!
1 comentario:
Sí, la vida de estudiante es lo mejor. Esos recuerdos me vinieron a mi también este verano, haciendo un cursillo de valenciano en mi universidad.
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