El pasado 30 de septiembre fue el Día del Profesor. La FAD, ha diseñado para tal día un cartel donde aparecen motes de profesores y en un recuadro en la parte inferior derecha, una nota de agradecimiento por lo enseñado. Y estuve pensando en todos esos profesores de los que guardo buenos (en la mayoría) y malos recuerdos y en lo que cada uno me enseñaron.
No podría empezar sin mencionar a D. Alfredo, incluso hoy en día cuando me lo cruzo por la calle, le sigo llamando Don. Fue mi maestro desde 1º a4º y luego desde 6º hasta 8º ¡Qué mal lo pasé en 5º! Me enseñó el abecedario con el “Micho” y una marioneta de Caponata, tuvo infinita paciencia mientras aprendía a restar con llevada ( si, si, ya apuntaba maneras), me enseñó a decir hello, my name is Patricia y aprendí las partes de una casa con la canción “Where are Ben and Vicky?”,el que me dijo quien era Lorca y lo que nos había dejado. Cuando llegué a 8º y todos mis profesores recomendaban a mis padres que hiciese la FP porque no aguantaría el bachillerato, el me dijo que no me rindiera, que me esforzara, porque si ya tenía claro que quería estudiar inglés, antes tenía que esforzarme. Cuando aprobé selectividad, fue el primero que lo supo, tan sólo tuve que cruzar la calle, volver a mi infancia y decirle. D. Alfredo, lo conseguí.
En el Instituto, tuve muchos profesores, pero unos cuantos son los que recuerdo con cariño. D. Jesús, me dio matemáticas en 2º de BUP y recuperación en 3º. En el autobús de camino a Benidorm donde pasaríamos el viaje de fin de curso me dijo que pasaba a COU en limpio porque había aprobado las matemáticas. Y yo, sabía que él me las había aprobado, por mi esfuerzo, no porque mi estúpido cerebro hubiese sido capaz de entender el rollo eso de los cosenos y las tangentes. Helena, profesora de inglés en 3º de BUP y COU, la que me convenció todavía más a estudiarlo, la que me daba ejercicios extras, la que me puso el primer sobresaliente que he sacado en mi vida. Agustín, profesor de Griego, un jrrrrrggg, que me regaló la primera flor que un “hombre” me regalaba, el que me llevó a conocer todos los dioses y diosas de la mitología griega, a Aristóteles y Sócrates, el que me enseñó la belleza del Peloponeso y lo grandioso de su cultura, el que me dijo, debes ver la Acrópolis y acordarte de mí. El que todavía me pita cuando me ve con el coche. El que consoló cuando el chico que me gustaba empezó a salir con otra y el que celebró conmigo que me iba a Alcalá de Henares a hace inglés.
En la Uni, también los hubo buenos y malos. Mala, mala, Maribel Calderón, Catedrática en Literatura Inglesa del S. XVII con tan sólo 28 años ( la mitad del cuerpo de profesores de Filología Inglesa eran cerebritos licenciados con las notas más altas….) que casi consiguió que odiara a Shakespeare. De los mejores, José Luis Guijarro, impartía muchas asignaturas cuatrimestrales, las cogí todas, en aquel momento la Lingüística me apasionaba y además de no hacer exámenes, cautivaba sus conocimientos, su pasión. El me enseñó el “Cuento de la veldad y de la mentira” ( con un extraordinario acento cubano) De madre argentina y padre español , de buena familia, en cada curso nos contaba que antes de irse al colegio, su mamá les obligaba, a él y a su hermano, a escuchar un disco que les enseñaba una lección en inglés, en francés, en alemán. Era el profesor de “ el resultado no importa, lo que importa es el proceso hasta llegar al resultado.
Araceli Losey fue la que trajo Jane Austen a mi vida, fue la que me presentó a Fitzwilliam Darcy, la que me mostró la soledad de “Jane Eyre”. Fue la que me dijo, que la pasión por la lectura, nada tenía que ver con la pasión por la Literatura. Y por último Rafa Galán, el profesor más joven de toda la Facultad, el que sacó la nota más alta en toda Andalucía en oposiciones, el que se iba a New York cada 3 meses a adquirir las últimas novedades publicadas en Literatura Inglesa, el que me introdujo a la psicótica Angela Carter y su “Bloody Chamber”, a “Saint Joan” o el que me dijo que Oscar Wilde era algo más que “El Diario de Dorian Gray”, el que me dijo que había leído los libros inadecuados a una edad inadecuada.
Todos ellos no solo me transmitieron sus conocimientos sobre la materia que les competía, también me enseñaron el respeto por el conocimiento, por los que me rodeaban, por mis compañeros. Me enseñaron la pasión con la que se hace lo que te gusta, el esfuerzo diario, me enseñaron a ser parte de lo que soy hoy aunque no sea mucho y por eso GRACIAS, a todos.
3 comentarios:
Precioso lo que has dicho de todos tus profesores.
Ann: también los ha habido malos, un profesor de historia que me dejó para septiembre en COU con un trimestre suspendido con un 4.7, un profesor de literatura que no aceptaba tu propia interpretación de un poema, pero siempre te quedas con lo bueno y yo me quedo con lo mejor, sobre todo porque cuando te cruzas con ellos te miran y les miras con cariño y melancolía.Algún día alguien también hablará así de ti. Seguro.Sitos
Espero que sí, que hablen así de mí. Un abrazo.
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