Yo no creo en las fronteras. Yo soy de donde el corazón me palpite. Lo mismo que me palpita en Cádiz, Zahara o Jerez, me palpitó en Granada, en Córdoba, en Madrid o en Edimburgo. No creo que lo catalán sea mejor que lo gallego, lo vasco mejor que lo extremeño o lo andaluz mejor que lo murciano. Pero me siento orgullosa de ser andaluza, de tener esta tierra maravillosa, a pesar de la falta de trabajo, de no tener sentido de nación, a pesar de tener un acento que provoca la risa, de tener fama de vagos, de tener fama de juerguistas, de otras mil cosas negativas que los cortos de horizontes ven, pero que yo no veo. Yo veo un pueblo solidario, hospitalario, trabajador, abierto, no nacionalista, lleno de historia, dueño de miles de rincones maravillosos, de historias con duende, de artistas reconocidos, de grandes escritores, de hombres y mujeres valientes, de grandes médicos, ingenieros, científicos...
Mipadre vivía este día de manera especial, luchó por el 147 y lloró como un niño el día que nos otorgaron la autonomía, colgaba la bandera cada 28F hasta que ya no pudo hacerlo, nos contó la misma historia cada año y siempre nos decía: " Dios(y eso que era ateo) creó el paraíso en Andalucía, todo el mundo lo sabe, por eso todo el mundo viene. Sentíos siempre orgullosos de vuestras raíces, de lo que sois y de donde sois porque muchos han peleado, han sufrido y ha arriesgado para que podais hacerlo".
Y yo, me siento orgullosa de ser de donde soy, de todo lo bueno y malo que tiene mi tierra, porque cuando entro por Despeñaperros me siento en casa, porque la luz aquí es especial, porque aquí soy todo lo que implica ser yo, lo bueno y los peor. Y aunque esto pueda tener cualquier otra lectura, depende de los ojos con que lo leas, solo quiere expresar el amor a mi padre, a todo lo que peleó por una vida mejor y a todos los que estais fuera de casa. Pero me reitero, yo no creo en fronteras, creo en las personas. Y a pesar de mis creencias, mañana cuando oiga el himno, lloraré como hago siempre.