No sé a vosotros pero al igual que abril, el otoño siempre se anuncia con un olor. El otro día parada en el coche esperando a que el semáforo me diese permiso para pasar, vi a una chica con el que supongo, era su hermano pequeño, que cruzaba la calle con una bolsa llena de cuadernos y forros para libros Y de repente me vinieron a la memoria esos olores con los que se caracterizaron mis septiembres. En lo primero que pienso es en la tarde que íbamos a comprar los libros, me encantaba ( me encanta) abrirlos y meter las narices y pasar las hojas, es como si intentase absorber todo el conocimiento que contenían de una vez. Comprar los bolis nuevos, los lápices, las gomas, todo el material necesario. Me encantaban mis lápices nuevos, con esa punta perfecta y ese olor a madera, yo no sé por qué pero tengo cierta fijación con los lápices, me encanta escribir a lápiz. Cuando llegábamos a casa, mi padre se pasaba el resto de la tarde forrando libros y poniendo letreritos con nuestros nombres porque mi “pa” nunca pintaba los libros. Y me ponía a ayudarle, año tras año, hasta que fue lo suficiente mayor para forrar los míos y los de mis hermanos, aunque él continuó haciéndome los cartelitos. Esos cuadernos, con sus portadas, que siempre estaban superodenados y a medida que avanzaba el curso, ya no arrancaba la página y empezaba de nuevo, sino que dejaba el tachón. En fin, que septiembre, me huele a eso, al plástico que recubría mis libros, a los lápices sin estrenar, a la maleta ordenada y a los nervios del curso nuevo, a la ansiedad de ampliar conocimientos en algunas materias y esa misma ansiedad ante la presión de saber, que al final de cada trimestre tendría que oír a mi padre decir: Nena, las mates otra vez?. sábado, 20 de septiembre de 2008
SEPTIEMBRE
No sé a vosotros pero al igual que abril, el otoño siempre se anuncia con un olor. El otro día parada en el coche esperando a que el semáforo me diese permiso para pasar, vi a una chica con el que supongo, era su hermano pequeño, que cruzaba la calle con una bolsa llena de cuadernos y forros para libros Y de repente me vinieron a la memoria esos olores con los que se caracterizaron mis septiembres. En lo primero que pienso es en la tarde que íbamos a comprar los libros, me encantaba ( me encanta) abrirlos y meter las narices y pasar las hojas, es como si intentase absorber todo el conocimiento que contenían de una vez. Comprar los bolis nuevos, los lápices, las gomas, todo el material necesario. Me encantaban mis lápices nuevos, con esa punta perfecta y ese olor a madera, yo no sé por qué pero tengo cierta fijación con los lápices, me encanta escribir a lápiz. Cuando llegábamos a casa, mi padre se pasaba el resto de la tarde forrando libros y poniendo letreritos con nuestros nombres porque mi “pa” nunca pintaba los libros. Y me ponía a ayudarle, año tras año, hasta que fue lo suficiente mayor para forrar los míos y los de mis hermanos, aunque él continuó haciéndome los cartelitos. Esos cuadernos, con sus portadas, que siempre estaban superodenados y a medida que avanzaba el curso, ya no arrancaba la página y empezaba de nuevo, sino que dejaba el tachón. En fin, que septiembre, me huele a eso, al plástico que recubría mis libros, a los lápices sin estrenar, a la maleta ordenada y a los nervios del curso nuevo, a la ansiedad de ampliar conocimientos en algunas materias y esa misma ansiedad ante la presión de saber, que al final de cada trimestre tendría que oír a mi padre decir: Nena, las mates otra vez?. domingo, 14 de septiembre de 2008
HORRORES NACIONALES
domingo, 7 de septiembre de 2008
TRATAR CON CLIENTES DESAGRADABLES
Para todos aquellos que trabajan en atención al cliente.
Un vuelo petado de la compañía Virgin Airlines fue cancelado después de que el Virgin 767 fuese retirado del servicio. Una solo persona estaba reubicando a una larga cola de molestos pasajeros.
De pronto, un pasajero muy ofuscado empezó a dar empujones hasta llegar al mostrador, estampó su billete contra el mostrador y dijo: " Debo volar en este vuelo y debe ser en primera clase."
La azafata contestó: "Lo siento señor, estaré encantada de ayudarle, pero primero tengo que atender a estas personas y estoy segura de que encontraremos una solución."
El pasajero impasivo, le preguntó en un tono tan alto que todo el mundo pudo oirle: ¿SABE USTED QUIÉN SOY YO?
Sin inmutarse, la azafata sonrió, encendió el micrófono y dijo: "Atención por favor, antención por favor - empezó diciendo en un tono claro, todo el mundo le oía- tenemos un pasajero en el mostrador 14 que no sabe quien es. Si hay alguien que pueda ayudar a identificarlo, por favor, acerquese al mostrador 14, gracias. "
Con toda la cola riéndose tras de él, el cliente heló con la mirada a la azafata de la Virgin y le dijo :" ¡ Qué te jodan",
Sin estremecerse y sonriendo la azafata el contestó: " Lo siento señor pero para eso tendrá que esperar otra cola".( ¡ qué gran respuesta! )
A los que nos dedicamos a esto y no tenemos la oportunidad de hablar así a muchos de los clientes que creen poder faltar el respeto a todo el mundo.



